Este concepto tan extendido actualmente surge y se desarrolla en los últimos 30-40 años poniendo de manifiesto un cambio en la mentalidad de la gente. Las primeras tendencias consistían en la implementación de medidas específicas como la bio-construcción (o eco-construcción, que se centra en el uso de materiales con bajo impacto ambiental) y el bio-climatismo (que busca una reducción de las necesidades energéticas aprovechando las condiciones climáticas y del entorno). Durante la década de los 90 se empiezan a desarrollar sistemas de evaluación de sostenibilidad ambiental, buscando una reducción del impacto que la edificación tiene sobre el medioambiente a lo largo de su ciclo de vida. En la actualidad la definición de sostenibilidad incluye además del factor medioambiental, el factor económico y social. De esta forma un cambio en el modo de diseñar, costruir, mantener y demoler edificios permitirá una mejora en la calidad de vida de los ciudadanos. Así, un edificio sostenible ha de ser:
- Respetuoso con su entorno, la cultura local y el patrimonio
- Atractivo, duradero, funcional, confortable y saludable
- Eficiente en el uso de recursos, en particular en el consumo de energía, materiales y agua
- Competitivos económicamente, tanto por su mejor valoración en el mercado inmobiliario como por sus bajos costes de mantenimiento.
